Ha transcurrido mucho tiempo desde que escribí sobre un show de mi banda favorita, a la que amo, sin condición ni tiempo. Para ser más precisos, han pasado 5 largos años desde aquel memorable 2 de diciembre del 2005, cuando después de muchos meses de ahorro y privaciones pude cumplir uno de los más grandes sueños que tuve (y que aún tengo) en la vida: ver a Pearl Jam.
Los recuerdos de ese memorable día regresan a mi y suben al escenario principal de mi memoria, hoy es su día, no uno cualquiera, sino uno muy importante que ha quedado tatuado para aquellos -como yo- que estuvimos ahí para vivirlo. Mis oídos todavía vibran al recordar los primeros acordes de “Go”, mi corazón aún se acelera al recordar “Jeremy”, mis ojos se humedecen de nuevo al recordar el día que escuche “Black”, y el jammer que llevo dentro se emociona y sólo quiere saltar, gritar y cantar como aquella vez.
Una sonrisa se dibuja en mi rostro, al recordar esta experiencia sublime. El mejor día de mi vida, donde mi sueño se hizo realidad. Gracias Pearl Jam por estar ahí cuando te necesitaba. Gracias por ser mi “idea feliz”.
Una sonrisa se dibuja en mi rostro, al recordar esta experiencia sublime. El mejor día de mi vida, donde mi sueño se hizo realidad. Gracias Pearl Jam por estar ahí cuando te necesitaba. Gracias por ser mi “idea feliz”.
3:44 p. m.
